viernes, 30 de octubre de 2009

Hostal sin sabanas S.O.S.-Septima Parte


A las dos de la noche me fui para el apartamento (el que pensaba yo que era un hostal sin sabanas), después de cenar en un fast food un perrito caliente convidado por el jefecillo. Cuando llegue a casa ya eran casi las cuatro.

Cuando entre por la puerta del piso dije; DIOS MIO (y eso que soy ateo). Era un piso de unos 60 metros cuadrados muy antiguo de tres habitaciones, con el que tenía que compartir con otros 8 compañeros. La cocina estaba llena de restos de comida de otros compañeros mal educados, en el baño había pelos por todos los lados, el inodoro sin comentarios, las paredes estaban desconchadas de la condensación que se producía por la falta de aislamiento térmico, las ventanas habrían a tirones. En general estaba falta de higiene y en muy mal estado. Mi habitación la tenía que compartir con otras 3 personas, y eso que era de los más afortunados. En este punto debo añadir que, si no fuera por el cansancio que tenía que no me dejaba pensar, me hubiese regresado para mi casa, pero lamentablemente no lo hice hasta casi tres meses más tarde. ¿Por qué? no lo sé. Ahora que lo pienso detenidamente me doy cuenta de que una serie de factores que posteriormente contare y la debilidad económica que estaba pasando no me dejaban. Sobre todo eso, debilidad económica. Estaba enganchado a este trabajo y tenía que sobrevivir como sea.

Después de hablar con Miky, un chico búlgaro joven, de unos 21 años (edad que rondaba entre los empleados de la empresa a la que pertenecía) el cual me confirmo que a las 7:30 había que estar en la sidrería trabajando, hice la cama en la que me pasaría el resto del siguiente mes y me desmaye.

Era mi primer día de trabajo y ya había trabajado 6 intensísimas horas cargando peso, mucho peso, eso sin contar que estuve 5 horas de viaje y 35 minutos cargando con las maletas hasta el apartamento por medio de la ciudad, con el añadido que ese día había madrugado muy temprano. La verdad no me importo ya que era el primer día y solo pensaba en descansar las cuatro horas que me quedaban para levantarme. Miento, tres horas y cuarenta y cinco minutos, ya que si no me daría tiempo en recorrer la distancia que hay entre el apartamento y el lugar de trabajo.

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