jueves, 22 de octubre de 2009

Firma de contratos S.O.S.-Cuarta parte


El lunes trabaje todo el día en la sidrería en la que hacía de extra, y el martes me acerque en coche a Pola de Siero, ya que yo soy de Gijón. Aparque y entre por la puerta de la asesoría, me presente en recepción y me indicaron en que habitación tenía que dirigirme, ya que la gestoría se encontraba en un edificio de viviendas. Al final del pasillo, en otra habitación, se encontraba la chica que se ocupaba de los contratos. Junto a ella, al otro lado de la mesa se encontraba un hombre de unos 42 años o más. Era Isaac mi otro jefe, estuve un rato hablando con el de trabajo en general, que si había hecho la feria de, que si vendía de tal, trabajado en cual…… bla bla bla. María, me parece que se llamaba la chicha de los contratos nos interrumpió para pedirme el carnet de identidad. Lamentablemente en ese momento no lo llevaba encima, lo cual no fue ningún problema ya que la cosa quedo en que se lo enviaría por fax para agilizar los trámites. Seguidamente me dio la documentación en la que me indico señalando con el Bic Cristal donde debería FIRMAR. Ni corto ni perezoso, entusiasmado por poder volver a firmar un contrato después de casi un año firme todos los papeles. Además, ¡para que voy a leerlo si la tal María ya me había resumido la receta verbalmente! –esto lo digo sarcásticamente ya que ilusionado con mi contrato me fie de lo que decía-. Lo que no me acuerdo y estoy fijo que no me lo receto, fue que mi contrato era de ayudante de camarero (hubiera saltado), alómero sí que traía algo del grupo de cotización 10 que era a lo que respondía ayudante de camarero, o algo así. Ni que me aseguraba el 60% de las horas como más tarde me entere, ni que tendría que trabajar sin descanso, ni que renunciaba a todos los derechos como trabajador.

¡¡Por favor!! 30 años casi y ayudante de camarero, ¡no me fastidies! Lástima que todavía me entere hoy al pasarme por la seguridad social (20 de Octubre 2009). Tampoco lo comento nadie, ni Irene, ni Isac (y eso que me dio mucho la chapa), y ni siquiera la chica de los contratos. Nadie me dijo que estaba firmando la venta de mi alma, ni un contrato por el 60 % de la jornada. Supongo que están acostumbrados a estafar a todo el mundo ya que todo parecía tan serio, cotidiano y repetitivo.

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